lunes, 9 de junio de 2025

La inversión supera los 150.000: El ingenioso dispositivo creado por alumnos de Canelones para combatir al Picudo Rojo.

En un esfuerzo notable por la innovación y la protección ambiental, un grupo de estudiantes de un colegio en Canelones ha desarrollado un dispositivo pionero diseñado para la detección temprana del picudo rojo, un insecto devastador conocido por destruir palmeras desde dentro. 

Esta iniciativa surge de una conexión profunda con su entorno y el impacto directo de esta plaga, la historia se remonta a 2015, una época en la que el término “picudo rojo” aún no era de uso común en Uruguay. 

En aquel entonces, los alumnos de educación inicial del colegio Santa Elena, ubicado en Ciudad de la Costa, llevaron a cabo una emotiva actividad la plantación de 130 palmeras a lo largo de la rambla de la zona. 

Este número simbólico conmemoraba los 130 años, de la institución, creando un legado verde que unía a la comunidad con su patrimonio natural.

Sin embargo, una década después, la realidad del picudo rojo se había instalado con fuerza a nivel nacional, convirtiéndose en una amenaza tangible para las palmeras de todo el país. 

Frente a esta crisis ambiental, los mismos estudiantes, ya en niveles educativos más avanzados, sintieron el imperativo de actuar. Decidieron canalizar su ingenio y dedicación para proteger las palmeras que una vez habían plantado, con el objetivo primordial de contribuir a la detección temprana de este pernicioso insecto.

Su proceso de investigación fue meticuloso y multidisciplinario. Iniciaron explorando a fondo el tema, realizando entrevistas con expertos y visitando ejemplares de palmeras ya afectadas por la plaga. 

Esta inmersión en el problema les permitió comprender la magnitud del desafío. Posteriormente, en el marco de la clase de ciencias de la computación, comenzaron a materializar su visión: desarrollar un dispositivo capaz de determinar la presencia del insecto en las palmeras.

La base tecnológica de su invento se fundamenta en principios de la física y la acústica. Durante varios meses, los estudiantes se dedicaron a una labor minuciosa: mediante una aplicación de física especializada, midieron y analizaron el espectro de audio de palmeras sanas, contrastándolos con los sonidos emitidos por las palmeras infectadas con el picudo. 

Además, registraron otros sonidos ambientales para asegurar la precisión de sus mediciones. Un paso crucial en su metodología incluyó la construcción de un modelo emulando al picudo rojo para generar y comparar sonidos, lo que les permitió aislar las características acústicas específicas del insecto.

Fruto de esta exhaustiva investigación, lograron identificar que ciertas frecuencias de sonido estaban directamente relacionadas con la actividad masticadora del picudo rojo cuando se encuentra dentro de la palmera. 

“El picudo mastica con mucha fuerza y hace un ruido especial con determinadas ondas que son identificadas en base a ese programa informático”, explicó Pablo Cayota, director del colegio, destacando la sofisticación del algoritmo desarrollado por los estudiantes.

El alcance de este proyecto trascendió las expectativas iniciales. Aunque el dispositivo fue concebido inicialmente para monitorear las palmeras plantadas por la escuela (las cuales, afortunadamente, se mantienen libres del picudo hasta la fecha), su utilidad no pasó desapercibida. 

Vecinos de la zona, conscientes de la amenaza que representaba el picudo rojo para sus propias palmeras, comenzaron a solicitar el servicio de detección a los alumnos.

Pese a la notable capacidad del dispositivo para la detección temprana, desde la dirección del colegio enfatizan que, si bien es una herramienta valiosa, no es una solución definitiva para salvar una palmera una vez que el insecto se ha establecido en su interior, ya que en ese punto, las posibilidades de recuperación son mínimas.

En un acto de compromiso con el medio ambiente y la conservación de su legado, el colegio decidió contratar a una empresa especializada para implementar un tratamiento preventivo sistemático en los 130 ejemplares de palmeras. 

Este tratamiento se realiza cada dos o tres meses, de manera permanente, mientras la plaga siga siendo una amenaza activa. La inversión asociada a esta medida de precaución es considerable, superando los $150.000 en cada ocasión.

La decisión del colegio no fue tomada a la ligera, especialmente considerando las conversaciones mantenidas el año pasado con autoridades gubernamentales y del Ministerio de Ambiente. 

Según Cayota, la respuesta de las autoridades ante la necesidad de la prevención fue que, al tratarse de palmeras jóvenes, resultaba “más barato dejarlas morir y cambiarlas que hacer tratamiento preventivo permanente”.

Sin embargo, la institución optó por seguir adelante con el tratamiento. Esta determinación se fundamenta en múltiples razones: el invaluable trabajo desarrollado por los alumnos, el profundo valor sentimental que las palmeras tienen para la comunidad educativa, y, de manera crucial, el entendimiento de que la prevención es la vía más efectiva para evitar la propagación de esta devastadora plaga.

Mirando hacia el futuro, el colegio Santa Elena aspira a que su experiencia sirva como un modelo replicable. “Estamos dispuestos a poner a disposición de la Intendencia, del Ministerio de Ambiente, y de la comunidad este proyecto y compartir nuestra experiencia en el tema”, afirmó el director. 

Asimismo, adelantó que ya se proyectan nuevas conversaciones con las autoridades entrantes.

Rocha Portal

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