Este sorprendente fenómeno meteorológico, si bien poco frecuente, ha capturado la atención de la comunidad científica y pública, aunque los expertos advierten que es prematuro vincularlo directamente con los efectos del cambio climático.
Las imágenes compartidas mostraban un paisaje desértico transformado por un manto blanco, una visión que no se había presenciado en el Centro de Apoyo a Operaciones (OSF) de ALMA en la última década. El OSF, que sirve como campamento base y alberga otras instalaciones cruciales del observatorio, se encuentra a una altitud de 2.900 metros sobre el nivel del mar, a unos 1.700 kilómetros al norte de Santiago.
Raúl Cordero, un destacado climatólogo, enfatizó la excepcionalidad de este evento. “Nevadas como esta son poco frecuentes”, afirmó a la agencia AFP, aunque añadió que es “muy pronto para asegurar que son efecto del cambio climático”.
Sin embargo, Cordero también destacó la previsión de los modelos climáticos, que “sugieren que este tipo de evento, es decir, precipitaciones en el desierto de Atacama, deberían aumentar en el tiempo”. Esta dualidad en el análisis subraya la complejidad de atribuir fenómenos meteorológicos específicos a tendencias climáticas a largo plazo, a pesar de que la ciencia predice un incremento en eventos extremos.
El observatorio ALMA, reconocido como el radiotelescopio más potente del mundo, juega un papel crucial en la investigación astronómica global. Aunque la nieve en el OSF es una rareza, el observatorio aclaró en un comunicado que el llano de Chajnantor, donde se encuentran instaladas sus antenas de alta precisión, experimenta nevadas de forma regular.
La presencia de nieve en una de las zonas más áridas del mundo no solo es un recordatorio de la impredecibilidad de la naturaleza, sino que también estimula el debate sobre cómo los patrones climáticos globales están evolucionando.
El desierto de Atacama, con su atmósfera excepcionalmente clara y baja humedad, es un sitio privilegiado para la astronomía. La ocurrencia de fenómenos como esta nevada subraya la necesidad continua de monitoreo y análisis climático para comprender mejor los cambios en ecosistemas tan únicos y vulnerables.
ALMA es el resultado de una colaboración internacional entre el Observatorio Europeo Austral (ESO), la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (NSF) y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS).
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